El día 7 de octubre se celebra todos los años la Jornada Mundial del Trabajo Decente. Desde el pasado año, un grupo de organizaciones de inspiración católica y congregaciones religiosas presentes en España y a nivel internacional hemos puesto en marcha una red de trabajo, con el objetivo de situar en la primera línea de las agendas de nuestras entidades, la necesidad de un trabajo decente para todas las personas.

El lema que inspira este día internacional, y que podría parecer una desiderata o un sueño irrealizable, cuando no un lastre imposible para las empresas, se convierte hoy en una oportunidad para el desarrollo (que no mero crecimiento económico) de nuestra sociedad.
La crisis económica del 2008, convertida en gran depresión a partir del 2010, pone de manifiesto que el modelo económico vigente había alcanzado su máximo desarrollo, deviniendo en una crisis económica mundial generalizada. Por otra parte, un modelo que desde hace tiempo se manifestó desequilibrado, ya que era incapaz de reducir los índices de pobreza, constituyéndose en estructural una gran brecha social entre ricos y pobres.

Una economía en la que el centro es el dinero y cuyo leitmotiv es el máximo beneficio en el menor tiempo posible, ha generado desempleo, trabajadores pobres, subocupación, precariedad y siniestralidad laboral, escalada de precios,… escenario que podía remitir más o menos en función del ciclo económico que tocase en cada momento, hasta que el crack del 2010 convirtió este escenario en statu quo de nuestra realidad cotidiana.
Muchos expertos e incluso políticos hablaron de la necesidad de cambiar el modelo e incluso el paradigma del sistema económico vigente, sin que hasta la fecha haya habido ningún giro significativo, al menos que viniese de los grupos de poder económicos o políticos. En todo caso, las experiencias están gestándose de la mano de la ciudadanía y de empresas innovadoras o de jóvenes emprendedores que creen en la posibilidad de un nuevo modelo, cuyo centro son las personas, los ciudadanos. Personas y empresas que se apoyan en el consumo responsable, en la responsabilidad social empresarial, en definitiva, experiencias que se sienten responsables del entorno o de la comunidad donde están incardinadas.
Es aquí donde uno de los elementos de este nuevo modelo puede convertirse en palanca para el cambio de paradigma: TRABAJO DECENTE PARA TODAS LAS PERSONAS.
Cuando la persona se pone en el centro de la actividad económica las perspectivas cambian y se comienza a considerar un triple balance: económico, social y medioambiental, los beneficios comienzan a ser tangibles e intangibles, la reputación permite a las empresas una sostenibilidad a largo plazo, el consumo se reactiva gracias a los salarios más justos, la recaudación de impuestos crece y en definitiva podemos convertir el crecimiento económico desequilibrado, desigual e injusto de antaño, en un desarrollo armónico donde todos los procesos que intervienen se manifiestan vinculados y, por ende, todas las personas podemos vernos incluidas.
Las entidades participantes en dicha red, entre las que se encuentra Cáritas, hacemos una invitación para que todos continuemos dando pasos hacia este cambio de paradigma que permita la eclosión de un nuevo modelo económico, generando oportunidades de empleo decente y digno para todos, tal y como el Papa Francisco viene invitando en todas sus alocuciones sobre este tema: "Ha llegado el momento de promover políticas que creen empleo, pero sobre todo es necesario restaurar la dignidad del trabajo, garantizando las condiciones adecuadas".